¿Sabes cuando te levantas
cruzado? Esos días que todo marcha mal desde primera hora de la mañana y tú
sabes perfectamente que ya vas a ir toda la jornada de cabeza. Esos días que
tiras la leche en el desayuno y las fieras deciden ponerse a hacer todo menos
vestirse para llegar al cole. Esas mañanas en que según entras al despacho
encuentras siete problemas que ayer cuando te fuiste no existían. Esos encuentros desafortunados que te estropean el
día. Esos comentarios de lenguas
afiladas que, con la mejor de las sonrisas, te dicen la maldad más grande.
Y vas mal y tu cabeza, en lugar
de ponerse en positivo y ver lo bello de tu alrededor, no colabora. Y te
recuerda que ya no cuentas con tus padres, que ya no podrás llamarles nunca más
para decirles que tienes un día de mierda y buscar sus palabras de ánimo y
consuelo. Y recurres a los amigos y esa cabeza traidora te trae a la mente a
esas personas que no están cuando las necesitas. Puff, puff y entonces sucede,
empiezas a sentirte la víctima y a ver todo en negativo y te olvidas de quienes
si están, de quienes siempre están.
Seguro que todos reconocéis la
sensación, es lo que llamo un día de mierda. Y lo peor es que no tiene un
motivo, no hay un problema grave, no hay una situación tensa, es sólo que el
día ha empezado torcido y eso ha encadenado todo.
Hay que reconducir esos días para
evitar estar toda la jornada de un humor de perros. Las formas son, por suerte,
ilimitadas. Y cada uno tenemos la nuestra, pero es importante tenerla
identificada para poder utilizarla de inmediato. Dedicarse unos minutos a
escribir todo lo bueno que tenemos alrededor; dar un paseo; poner tu canción
favorita y cantar a gritos…
¿Os cuento la mia? Me acerco a
Pirata y le pido un abrazo de oso. Es
ver sus brazos a mi alrededor, su sonrisa y el brillo de sus ojos y se hace la magia, todo vuelve a estar en su
sitio.
¡Qué paséis un estupendo día! Y si
comenzó torcido, reconducidlo.
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