domingo, 3 de mayo de 2015

Madres



Esas madres que nunca más volverán a ver a sus hijos. Jóvenes que salieron de su país en busca de un mundo mejor, donde poder trabajar con dignidad, jóvenes que realizaron una travesía de miles de kilómetros para terminar en las profundidades de un mar hóstil.


Esas madres que descubren que sus hijos han asesinado a compañeros y profesores de instituto o que han estrellado un avión matando a cientos de personas.


Esas madres atrapadas en un reducto ideológico – religioso que les obliga a entregar a sus hijos como mártires de una causa que su corazón no puede ni quiere compartir.


Esas madres obligadas por las circunstancias socio económicas a entregar a sus hijos en adopción a personas acomodadas de países muy lejanos.


Esas madres que acompañan y confortan al hijo enfermo terminal, a un hijo adicto o a un hijo preso.


Esas madres que ven a sus hijos, niños muy muy pequeños, trabajar a diario en minas de minerales extraños que los países ricos necesitan para sus nuevas tecnologías.

Esas madres que pierden a sus hijos obligados por grupos armados a convertirse en soldados en guerras que ellas no entienden.


Esas madres que esperan día tras día una noticia, una pequeña pista del paradero de sus hijos desaparecidos.


Esas madres que reciben una llamada telefónica que les comunica la muerte de uno de sus hijos.


¿Puede existir sufrimiento mayor?


Y, sin embargo, casi todas siguen adelante, luchando con fuerza y mucho amor por los hijos que les quedan, por fabricarles un mundo mejor, por lograr una sonrisa, por conseguir un tímido paso adelante. 

Esas madres, todas esas madres, son las que se merecen un Día de la Madre.

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