martes, 4 de febrero de 2014

De las cartas al whatsapp



Cualquiera que me conozca sabe que nunca he sido contraria a las nuevas tecnologías, Las uso, con cabeza creo, y defiendo una utilización lógica de las mismas. Estoy presente en varias redes sociales y veo clara su utilidad en marketing o para mantener y crear contactos.

Sin embargo, es cierto que vamos cambiando modos y usos de hacer las cosas. 
De adolescente y de joven me encantaba recibir y escribir larguísimas cartas que todavía hoy conservo entre mis recuerdos más queridos.

Añoro esas eternas conversaciones de teléfono, tirada en un rincón del dormitorio de mis padres, charlando de la mar y los peces con mis mejores amigos (y la bronca cuando llegaba la factura, je, je…)

Las cartas fueron sustituidas por mails, que si bien no recibo con tanta ilusión, me siguen gustando. Digamos que son sólo cartas más rápidas y modernas. Todavía permiten esa relectura de frases mientras preparas la respuesta.

Y por suerte, hasta la fecha, esas llamadas eternas se mantienen con algunas personas aunque con menos frecuencia, obviamente.
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Pero llegó el whatsapp y, poco a poco, la cosa ha ido cambiando hacia conversaciones mínimas. Me di cuenta este sábado, cumpleaños de un amigo muy querido, a quien hace mucho que no veo. Me acordé de par de mañana y le envié un whatsapp, contestó, intercambiamos un par de frases y nos despedimos. Y en ese momento, fui consciente de que hace dos o tres años, el cumpleaños hubiera sido el motivo de charlar durante un rato; de recuperar el tiempo que las obligaciones del día a día nos roban…

Y lo mismo con otra persona, que hasta hace bien poco no tenía whatsapp. Los mails nos permitían explayarnos algo más, contar algo de nosotras mismas, enriquecer el contacto. Ahora con los mensajes telefónicos incluimos un emoticono (os he dicho ya cómo los odio y que no soy capaz de interpretar las caritas?) para expresar la tristeza, el ánimo, la alegría y nos damos por satisfechos.Sustituimos diez minutos de charla por tres frases escritas con rápidez mientras hacemos otra cosa. 

Así que estoy empezando a pensar que, pese a lo dicho en el primer párrafo, no estoy utilizando las tecnologías con la cabeza suficiente.
 Y vosotros qué pensáis? Estoy dando importancia a algo que no la tiene? Me tomaréis por loca si vuelvo a retomar el correo postal? Existe todavía para algo más que recibir los paquetes de las cosas que compramos...a través de la red? :))

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