Cualquiera
que me conozca sabe que nunca he sido contraria a las nuevas tecnologías, Las
uso, con cabeza creo, y defiendo una utilización lógica de las mismas. Estoy
presente en varias redes sociales y veo clara su utilidad en marketing o para
mantener y crear contactos.
Sin
embargo, es cierto que vamos cambiando modos y usos de hacer las cosas.
De
adolescente y de joven me encantaba recibir y escribir larguísimas cartas que
todavía hoy conservo entre mis recuerdos más queridos.
Añoro esas eternas
conversaciones de teléfono, tirada en un rincón del dormitorio de mis padres,
charlando de la mar y los peces con mis mejores amigos (y la bronca cuando
llegaba la factura, je, je…)
Las
cartas fueron sustituidas por mails, que si bien no recibo con tanta
ilusión, me siguen gustando. Digamos que son sólo cartas más rápidas y modernas. Todavía permiten esa relectura de frases mientras preparas la respuesta.
Y por suerte, hasta la fecha, esas
llamadas eternas se mantienen con algunas personas aunque con menos frecuencia, obviamente.
.
Pero
llegó el whatsapp y, poco a poco, la cosa ha ido cambiando hacia conversaciones
mínimas. Me di cuenta este sábado, cumpleaños de un amigo muy querido, a quien
hace mucho que no veo. Me acordé de par de mañana y le envié un whatsapp,
contestó, intercambiamos un par de frases y nos despedimos. Y en ese momento,
fui consciente de que hace dos o tres años, el cumpleaños hubiera sido el
motivo de charlar durante un rato; de recuperar el tiempo que las obligaciones
del día a día nos roban…
Y
lo mismo con otra persona, que hasta hace bien poco no tenía whatsapp. Los
mails nos permitían explayarnos algo más, contar algo de nosotras mismas,
enriquecer el contacto. Ahora con los mensajes telefónicos incluimos un emoticono (os
he dicho ya cómo los odio y que no soy capaz de interpretar las caritas?) para
expresar la tristeza, el ánimo, la alegría y nos damos por satisfechos.Sustituimos diez minutos de charla por tres frases escritas con rápidez mientras hacemos otra cosa.
Así
que estoy empezando a pensar que, pese a lo dicho en el primer párrafo, no estoy
utilizando las tecnologías con la cabeza suficiente.
Y vosotros qué pensáis?
Estoy dando importancia a algo que no la tiene? Me tomaréis por loca si vuelvo a retomar el correo postal? Existe todavía para algo más que recibir los paquetes de las cosas que compramos...a través de la red? :))
No hay comentarios:
Publicar un comentario