martes, 27 de octubre de 2015

Regalar algo hecho por ti mismo



De pequeña aprendí a tejer con ganchillo y con dos agujas de la mano de mi madre y de mi abuela, que se empeñaron en enseñarme para que aprobara por fin la asignatura de labor en el cole. Asignatura que consistía, al menos para mí, en intentar hacer el pespunte correctamente, sufrir para hacer un desastre, volver a casa fustrada y llevarlo a la semana siguiente perfectamente hecho por mi madre. Conclusión, la costura no me atrae ni un poco. Soluciono dobladillos a base de tela adhesiva y amigas generosas que se prestan a echarme una mano.
Pero tejer me gusta, me relaja sentarme en el sofá al finalizar el día y tener algo entre manos mientras charlo con mi compi o vemos una peli. Cuellos, gorros, bufandas, alguna alfombra y últimamente mantas para el sofá.
Hice un par para casa, que son las más solicitadas y las que siempre desaparecen en los cuartos de mis dos fierecillas y me planteé regalarlas. Superé mis vergüenzas, mi miedo a que otras personas no aprecien mi trabajo y me puse a ello.
Estos días he regalado dos de ellas a dos amigas que, por diferentes motivos, se las merecían. Llevan mucho trabajo, muchas horas, por lo que no es un detallito que quiera ni pueda tener con cualquiera.
Y me siento muy feliz, muy agradecida de la buena acogida que han tenido en ambos casos.
¡Qué gusto da regalar algo hecho por ti mismo! Es algo más que dedicar tiempo a elegir el regalo perfecto, es poner algo de ti, mucho de tu esfuerzo, de tu tiempo y dedicación, es un placer.
Y he disfrutado cada momento, eligiendo las lanas más adecuadas al color de sus salones, calculando los puntos y el número de ovillos, rematando, preparando etiquetas, envoltorio y momento de entrega…
Y esto es lo que quería contaros hoy. ¿Regaláis cosas hechas por vosotros?

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